viernes, 13 de noviembre de 2009

Más Amasa Más Masa

Pongo todo esto adentro de una taza que no voy a revolver.
Voy a amasar la. Masa.
Entre los dedos ya no engrudo,
porque sala,
la sal de la mañana fresca, esmerilada.
Yo entrego el pan que todos claman;
mastico la miga cálida de las miradas nuevas,
de los ojos de levadura seca,
en polvo,
para guardar en la heladera por muchos meses más.
Y el bollo,
que se deja manosear por pura lujuria gastronómica,
me deja las uñas untadas,
de todo eso, y mucho más que puedo llegar a encontrar.
La costra crocante se toma un instante para meditar
y raspa el paladar en ansioso tragar,
cuesta abajo,
un espiral
(eso que leí, no se pueden llegar a explicar).
Yo lo tengo en la taza.
Entre la masa.
-voy a cocinar-
Lleno la casa de olor a pan,
y aunque ya no sea mañana,
ayer,
el temprano quizás
de la añoranza,
de los panes que comías,
de la miel que les ponías
y la manteca.
No se hacer dulce casero
pero siempre alguien me regala,
los duraznos en la sala están para comer
Mermeladas de colores.
Como peces en el agua.
Lavo la taza.

Del anhelo:
una hogaza.

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