viernes, 13 de noviembre de 2009

Cotidianeidad


 

Estaba soñando. Soñaba con burbujas, con cosas maravillosas, con la belleza onírica de lo imposible, cuando cayó la primera gota. Abrí los ojos arrancada de los brazos de mi amante-almohada que me retenía con todas sus fuerzas. Ya era tarde. Imposible escapar de la maldita cotidianeidad que desarma cualquier dejo poético en la vida. O no. Lo encarna completamente.

La lluvia caía de lleno sobre todo mi conocimiento. Años de apuntes apilados prolijamente año a año, materia por materia, en los estantes de madera que hoy hacían las veces de catarata. Todo lo que sé entra literalmente en esos estantes, pensé. Todo lo que conozco esta empapado – y me toque la cabeza para cerciorarme de que estaba despierta, mi pelo estaba seco-.

Desperté a los vecinos bolivianos, imperándolos a cerrar su llave de paso, suministro de agua, lo que sea. ¡No se bañen!

-Tengo un entierro en una hora.

Dije, mirándolo con ojos de gato entristecido por la mala suerte. Puso un gesto que aún no se si fue de pena o de qué, porque cuando te dicen cosas así en general y no sabes que contestar la cara lo refleja. Y cerró algo que detuvo la vertiente de mi estudio.

Día dos amanece nuevamente goteando, porque claro, de alguna manera, en algún momento mis vecinos lavan sus partes. Abren y cierran pero esta vez un balde verde recibe toda el agua, mientras mis apuntes se borronean y tornan amarillos a un costado. Mis agendas –atesoradas desde los 12 años- se salvaron de milagro. Las fotos papel todavía no las revisé, creo que no podría afrontar esa pérdida.

Mediodía y llega la troup de plomeros a hacer los primeros agujeros en techo y pared. Caen cosas extrañas del techo rellenado y, vaticinan, hay que sacar todo el techo porque se te va a caer en la cabeza nena, ¿vos trabajás acá? Y yo que cierro los ojos y visualizo el sueño de mi estudio que finalmente tenía internet siendo arrastrado por un tsunami.

Hay muchas cosas que pasan dentro de las paredes, en los caños, en lugares que no vemos pero que son las venas de nuestras casas. Como las enfermedades, no entendí nada de lo que dijeron los médicos, pero el santo remedio sonó a sentencia:

-Y, hay que romper toda la pared, levantar el piso y el techo y cambiarlo todo, esta tapado.

Contuve las lágrimas. No quería llorar frente a la troup de valientes héroes anónimos –sí, es referencial-, asi que los vi partir y me fui a andar en bici. Me concentré en que mi casa será bella algún día. Dormí viendo pasar la luz del vecino por el agujero del techo.

Día tres y el timbre me despierta al alba con los plomeros que traen, esta vez, más herramientas. Hoy es un día extraño. Lo único que sale de mi boca es lo siguiente:

-Por que no les anulan la toma a los bolitas y ya, o mejor, andá y rompeles todo a ellos. Dale. Rompeles todo. Los voy a deportar.

Silencio. Me fui al baño meditar como si me estuviera metiendo jabón en la boca metafóricamente. Escucho la puerta de mi casa que se abre y una voz de vieja que grita soy la dueña de casa y yo espantada que voy a su encuentro sin poder creer que la vieja –que si es mi "locataria?"-entre sin siquiera tocar el timbre. Y me habla de esto y de aquello y de que me va a salir caro y que se yo. Trato de no escucharla y recuerdo a mi padre diciéndome que esta señora directamente ni me registra porque, a pesar de ser buena, hay veces que soy una conchuda. Así que sonrío y que diga lo que quiera. Hasta elogió el mural de mi terraza …

Deciden finalmente dejar de romper mi casa, y en una conversación entre terrazas me aclaran que desvían su cañería y que en la semana me "tapan todos los huecos ". Qué me habrán querido decir. Yo imagino que es como ponerle un O.B a la pared para que deje de chorrear. En fin.

Mi casa está llena de polvo y roña, escombros y otras cosas que ya no se que son. Pero la misión está cumplida, yo por lo pronto, hasta que no me tapen lo que sea no limpio nada. Pienso que quizá sea hora de deshacerme de esos apuntes viejos. Todo está en mí. Todo está en paz.

Si ya había aprendido que yo no puedo ser perfecta, esto me hace descubrir que las cosas que uno planea tampoco. Shit happens. Podría haberse caído el techo en serio…

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