domingo, 3 de octubre de 2010

Simultaneidad (o cómo me pasa todo al mismo tiempo)

Correlatividad de sensaciones.

¿Es que sólo a mí? ¿Soy yo la única que necesita esta sobredosis de sentires? ¿De pesares?

Chocan las diversas situaciones, las esperadas, las anheladas, las tan temidas. Se estrellan unas contra otras en el centro de mi ser. Colisiono conmigo misma y me desintegro.

Flotan mis átomos por doquier.

¿Qué decir cuando las palabras no salen de mi boca? Se me escapan los adjetivos y sólo puedo llover. Lloro. Incesantemente. Incansablemente. Llora mi mente, lloran mis manos, lloro yo.

Dolo. Tremendamente. Por todos lados, en cada sombra que atraviese el sol. Soy dolor.

Anhelo lo que no se si pasará. Tengo miedo de lo que pueda pasar. Como ya otras veces. La calma chicha, la ansiedad, todo que se hace fermento y termina siendo otra cosa. Tanta vuelta dada al ovillo para salir del laberinto hasta que el hilo se corta. Yo me pierdo en la oscuridad. Monstruos. Todos juntos se esconden tras las puertas y me gritan

buuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu.

Tengo miedo. Del abismo que se acerca. De los saltos al vacío. De las camas con sábanas planchadas, de las toallas húmedas, de las mañanas sin nesquik. Tengo miedo. Tiemblo. Hasta por los oídos que ya no oyen lo que quiera decirles en secreto: tiemblo.

Todo ocurre en simultáneo. Sino, no pasa nada. Así es como sucede-me. Hoy. Siempre. Esto ahora, lo otro después nunca.

Y en el big bang mi galaxia en vez de nacer se desintegra. Todos mis átomos flotan. Mi ojo se va tan lejos de mi boca…

Sí. Hoy también. Me juntás con cucharita.

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